Aunque en nuestro marco de convivencia ya tenemos propuestas relacionadas con la salud, en los últimos encuentros de trabajo iniciamos una reflexión para ir profundizando en este valor fundamental del grupo y del proyecto.

¿Qué significa “salud”? ¿Cómo la entendemos? ¿En qué se traduce en lo práctico?
Hablamos sobre cómo cuidar nuestra salud y vivir juntos puede ayudar a cuidarnos; y no hablamos solamente de la salud física, sino de la salud en su conjunto.

Hicimos el ejercicio de imaginarnos dentro de 5 años ya viviendo juntos en el lugar, y os compartimos las reflexiones que surgieron:
Lo primero que vimos es que en la Convivencia nos sentimos más arropados y amparados, algo que cuando avanza la edad se hace más importante, así como que hay otras personas que diariamente nos acompañan y que pueden ayudarnos cuando haga falta; que con la simple pregunta “¿Cómo estás hoy?” nos hacen sentir acompañados.
Planteamos simplificar la vida, no tener que ir por allí y por allá con prisas como antes, “dejar que la vida venga a mí” y participar en actividades que se den en la finca a un ritmo relajado durante el día o la semana. Actividades artísticas y manuales, actividades musicales, cinefórum, lectura en voz alta de libros, etc., donde cada un@ puede participar según sus preferencias.
Cada hora durante el día suena una campana, y toda la actividad se para unos minutos. Es un momento de reflexión, tal vez el que está en la huerta nota que tiene que estirarse unos minutos, otro se da cuenta de que está cansado y está haciendo algo que no quiere hacer más en este momento, para otro es un momento de parar y de silencio para luego seguir su actividad.
La sala que llamamos “sala de silencio”, “templo” o “sala de meditación” es diáfana, con suelo calefactado y de madera. En ella se dan actividades durante el día: Hay una hora para el silencio, para el que quiera meditar, rezar o simplemente pasar un rato en silencio junto con otras personas; otra hora para una clase de estiramientos; otra para una relajación guiada; etc.
En el grupo hay personas que guían distintas actividades y también algunos se juntan para recibir una clase de pilates a la semana con una profesora del pueblo. Podemos llevar a cabo actividades que muchos de nosotros hemos querido hacer y sin embargo nos faltó la disciplina o tiempo para hacerlo con regularidad. Ahora, viviendo juntos y teniendo una sala exclusivamente para esto, nos ayuda mucho en este cuidado del cuerpo, que con la edad se hace muy importante.
Lo mismo sucede con dar paseos: hay una hora de salida cada día, el que quiera se apunta y no lo deja para otro momento, como nos ha pasado cuando vivíamos por nuestra cuenta. Otros hacen senderismo en la zona una vez a la semana.
En el grupo hay personas a las que les gusta compartir sus conocimientos, por ejemplo de fisioterapia, estiramientos, movimiento inteligente, método Feldenkrais, ayunos, manualidades, y mucho más.
A parte de la sala de meditación tenemos una sala de fisioterapia, para ejercicios de recuperación muscular o de distintas lesiones. Del mismo modo aquí, para algunos, es más fácil tener la disciplina de hacer los ejercicios si quedan una hora en la sala con otra persona.
Una camilla de masaje es parte de nuestro mobiliario. Hay personas en el grupo que han trabajado con distintos tipos de tratamientos y todos podemos dar y recibir. El contacto físico, el contacto con la piel y la relajación lo vemos como importante a cualquier edad, y tal vez aun más en edad avanzada.
La comida a mediodía la disfrutamos todos juntos. Es un placer sentarnos a una mesa puesta y poder comer comida rica, variada, ecológica y sana, donde se toma en consideración las distintas intolerancias que hay. Con una comida nutriente al día, el desayuno y la cena en las casas privadas no tienen que ser muy elaboradas. Los que quieren pueden ayudar en la preparación de la comida, sin que sea una obligación para nadie.
Tenemos una lavandería industrial, para que esta tarea sea fácil. A algunos no les importa hacer la colada, tender la ropa y limpiar sus casas, hay otros que prefieren no hacerlo. Tenemos habilidades y preferencias distintas, y lo que no le gusta hacer a uno al otro le gusta y hay un intercambio. Hay una cultura de mutuo apoyo, de hacer cosas para el otro. Con una edad más avanzada hemos pensado que los que quieren pueden juntarse y contratar una persona para estas tareas.
Al mismo tiempo que hay muchas actividades comunes donde podemos participar, hay momentos donde queremos estar solos. En nuestros apartamientos privados podemos retirarnos y tener intimidad, escuchar la música que queremos, cocinar algo que nos gusta, sentir que podemos estar sin ser molestados.
También en la finca hay lugares, ambientes especiales que son para estar solo. Si estás sentado allí los demás saben que no hay que molestar. Si un día no quieres hablar con nadie pero quieres moverte por las zonas comunes puedes llevar un sombrero o un pañuelo como código para los demás de tratar tu silencio con respeto.
En la finca estamos rodeados de naturaleza. La naturaleza nos nutre. Hay una huerta para los que quieren aportar su granito de arena a nuestra comida sana en común. Hay espacios para pasear, bancos para sentarse a leer y a la vez escuchar los pájaros. Hay plantas aromáticas que nos regalan su aroma y su sabor en las infusiones. Hay tranquilidad, se respira paz y a la vez se oyen risas y voces de personas hablando. No hay pantallas ni sonidos artificiales en las zonas comunes.
Damos mucha importancia a la escucha, a que las personas puedan expresar lo que se mueve por dentro de ellas. Se crean espacios y tiempo para hacer escuchas conscientes, para expresar las emociones y trabajar los problemas.
Puede que ésta sea nuestra última vivienda y las personas de este grupo de convivencia van a ser las que nos acompañen hasta el final. Hablamos sobre la muerte, distintas creencias sobre qué pasa cuando mueres, de cómo hacer las últimas voluntades, de cómo queremos que sea nuestro último tiempo, los cuidados paliativos, cómo queremos nuestro funeral, etc. Queremos poder despedirnos en paz.

2 respuestas a “Reflexionando sobre la salud”
Buenos días, compañeres de convivencia, Ayer estuve en vuestra charla del Centro Cultural de Castalla de la que salí muy satisfecho de vuestra propuesta de convivencia para mayores de 55 años hasta los 70, pero, habiada cuenta de que yo tengo 71y no puedo ser ni “socio” ni “asociado”, me gustaría ser “amigo” de esta comunidad hasta que las circunstancias me pudieran permitir ser socio.
Así, pues, os agradecería que me fuéseis avisando de las reuniones o acividades en las que yo pudiera participar a título de socio.
Un abrazo y hasta la próxima,
JJ Andrés
¡Hola, Juan José! Gracias por contactarnos, te escribiremos para informarte de cómo puedes hacerte Amigo de ConVivencia.