Un “terrenómetro” para decidir dónde queremos vivir


En la facilitación de un proyecto de cohousing o vivienda colaborativa hay muchísimas herramientas existentes que se pueden poner en uso en diferentes momentos. Sin embargo, también hay momentos en los que hace falta pensar una solución ad hoc, específica para resolver una situación concreta, en un grupo en particular, trabajando con lo que hay para resolver lo que se necesita en ese momento dado.

Ese fue nuestro caso en el momento de elegir terreno: tras comprobar lo compleja que era la decisión que teníamos por delante, terminamos diseñando y usando lo que llamamos «terrenómetro», que no es más que un mecanismo de clarificación de posturas y de ayuda a la toma de decisiones.

El “terrenómetro ” es una manera de visualizar las diferentes aspiraciones de una comunidad de vivienda colaborativa en torno a la búsqueda de terreno,
y de ir comparando esas aspiraciones con la realidad.

El reto del terreno

La elección de un terreno es uno de los temas más determinantes para un proyecto de covivienda. Es el momento en el que se empieza a hacer tangible lo que hasta entonces era un sueño nebuloso, y en esa confrontación con la realidad surgen todo tipo de situaciones. La decisión de instalarse en uno u otro lugar puede afectar mucho a las posibilidades del proyecto, a sus requerimientos económicos, a su carácter o a la composición de su comunidad.

Por eso, y por ser generalmente el primer gran paso que se presenta en la biografía de una comunidad de convivencia, puede convertirse en uno de los principales momentos de crisis, un «momento de la verdad» como pocos.

Necesitábamos una herramienta capaz de ayudarnos en varias líneas:

  • Ayudar al grupo a definir conjuntamente los parámetros o aspectos con los que valorar los diferentes terrenos de forma sistemática y comparable.
  • Facilitar la reflexión individual y colectiva en torno a las características ideales de un terreno y los límites de lo deseable y lo asumible.
  • Hacer visibles esas reflexiones y valoraciones para favorecer la autoconciencia grupal y facilitar conversación en torno a ellas, permitiendo trabajar de forma grupal los límites individuales, y viceversa.

Así que, como facilitador, me puse a revisar herramientas y a combinarlas hasta crear una a medida para la ocasión.

La herramienta

La herramienta consiste en un gráfico radial o polar formado por varios ejes que representan cualidades del terreno buscadas por el grupo. Sobre cada uno de esos ejes se trazan tanto los rangos personales admisibles como la valoración que se le asigna a un terreno dado, permitiendo hacer una superposición y comparación de una forma muy visual e intuitiva.

Este sería un esquema aproximado del proceso:

1. Definición de los ejes

La primera conversación gira en torno los ejes que queremos que tenga el gráfico, que son los aspectos que consideramos más importantes y que nos servirán para valorar con el mismo esquema a todos los terrenos que aparezcan.

¿Qué cualidades consideramos más importantes en un terreno?
¿Con qué unidades y rango definiríamos cada una de ellas?

Se pueden combinar de manera flexible variables cuantitativas u objetivas (como la distancia en km) con otras cualitativas o subjetivas (como, en este caso el atractivo paisajístico o la posibilidad de compartir espacio con otras iniciativas).

Ejemplo del “terrenómetro” que usamos en Alicante ConVivencia

Lo importante aquí es que el grupo defina claramente esos parámetros clave… y deje voluntaria y conscientemente abiertos el resto, para no convertir la búsqueda del terreno en una misión imposible.

A continuación tendremos que asignarle unas unidades de medida y un rango. ¿Va a ser una nota de 1 a 10, un porcentaje entre 0 y 100, o un número de kilómetros entre 5 y 20?

Nota: Una cosa a tener en cuenta de esta herramienta es que, en este formato, no permite fijar límites geográficos concretos salvo un genérico “más cerca o más lejos de”. Esto se puede complementar delimitando, de partida, una o varias zonas en las que queremos buscar, preferentemente bastante amplias. En nuestro caso, la delimitación de partida era algo parecido a “en la provincia de Alicante, a no mucho más de media hora de Alicante ciudad, entre el mar y la primera franja de montañas”.

También se podría hacer un “terrenómetro geográfico“, en el cual cada componente del grupo representaría las zonas deseables o admisibles, que después se superpondrían como capas para mostrar un “mapa de calor” de las zonas ideales para el grupo. Pero esto ya sería otra herramienta.

2. Visualización de expectativas

Definidos los criterios que consideramos importantes, el siguiente paso es valorar qué rango dentro de cada criterio consideramos aceptable tanto como individuos como a nivel de grupo.

2.a. Reflexión individual

En esta fase, cada persona completa el gráfico por su cuenta. Es un ejercicio individual y reflexivo, que se puede hacer en presencia del grupo y en silencio, o cada cual en su casa.

Se va revisando cada parámetro por separado, poniendo dos puntos en la escala (un máximo y un mínimo aceptables), y después se unen los puntos para formar el gráfico. Lo que está fuera de la zona sombreada es lo que esa persona consideraría indeseable o inaceptable… al menos de partida.

Ejemplo de un gráfico personal de preferencias

Después, el grupo se reúne en plenario y cada persona lo explica al grupo mientras se van dibujando los gráficos personales, uno sobre otro, en un panel grande visible para todos.

Nota: Usar capas de papel cebolla o similar, usando como guía el gráfico base impreso, puede ser útil para poder ver cada gráfico por separado o varios superpuestos.

¿Por qué he puesto esto así?
¿Por qué es importante para mí?
¿Cuál es mi rango aceptable?

En esta fase es aceptable preguntar y clarificar, pero no cuestionar o contradecir. Es un ejercicio de escucha activa para entender, sin juzgar, los puntos de vista de las otras personas.

Este ejercicio reflexivo nos permite clarificar nuestras propias expectativas, que muchas veces no hemos aclarado ni siquiera a nivel personal.

2.b. Superposición y reflexión grupal

El resultado de la puesta en común es la superposición de los polígonos resultantes, creando una serie de capas que marcan zonas más densas y dejan visibles vacíos o situaciones extrañas que llaman nuestra atención.

Ejemplo anotado con las preferencias ya superpuestas

Es una muy buena base para observar los resultados y conversar sobre ellos, buscando entender el posicionamiento como grupo, identificar posibles puntos de conflicto, flexibilizar límites o fijar valores irrenunciables.

¿Se forma un consenso de forma natural, o hay mucha divergencia?
¿Hasta dónde podemos ser flexibles a nivel individual y colectivo?
¿Qué es lo que vemos más (o menos) claro?

Al superponer los gráficos de todo el grupo, el «terrenómetro» se hace más complejo, diluyendo en el anonimato la visión de cada persona y permitiendo ver afinidades y diferencias generales en la comunidad. El gráfico resultante ayuda mucho a visualizar la convergencia y la divergencia, y permite establecer una conversación honesta y clara sobre las diferentes visiones que hay en torno al terreno ideal.

(Luego es la realidad económica, urbanística e inmobiliaria la que se impone con fuerza demoledora y decisiva sobre cualquier cosa que el grupo haya soñado… pero eso es otro tema.)

Una de las curiosidades de esto es que, al menos en un grupo maduro y acostumbrado a buscar consensos, es muy normal que lo que una persona consideraba una línea roja o un límite inamovible se flexibilice al escuchar otros argumentos y visiones durante la conversación. Tendemos a ampliar el rango de lo admisible para dar más juego al grupo y buscar un camino común más allá de las posiciones de partida.

3. Evaluación de terrenos

Una vez creado el “terrenómetro de expectativas” llega el momento de meter la realidad en nuestro esquema.

Cada terreno que vayamos encontrando (y aquí pueden pasar meses) tendrá que pasar ante todo algunas pruebas de viabilidad en cuanto a permisos y parámetros urbanísticos, superficie, viabilidad económica, cargas, etc. Esto lo puede realizar una pequeña comisión del grupo o una empresa o persona más especializada, para no agotar al grupo con terrenos que en realidad ni siquiera servían.

Los terrenos que hayan pasado ese chequeo se someten, ahora sí, al “terrenómetro” siguiendo una dinámica individual-colectiva parecida a la anterior:

3.a. Evaluación individual

Cada persona completa el gráfico de evaluación del terreno por su cuenta. Es un ejercicio individual y reflexivo, que se puede hacer en presencia del grupo y en silencio, o cada cual en su casa.

¿Qué valoración o puntuación daría al terreno en cada aspecto o eje?

Se va revisando cada parámetro por separado, valorando cómo cumple el terreno cada uno de ellos y poniendo un punto en la escala correspondiente, y después se unen los puntos para formar el gráfico.

El grupo se reúne en plenario y se van explicando, dibujando y superponiendo las valoraciones de cada persona sobre un gráfico limpio.

3.b. Ajuste y reflexión grupal

Sobre las aportaciones individuales, el grupo valora conjuntamente cada uno de los aspectos anteriormente definidos para un terreno, asignándole un valor o puntuación final en cada escala y trazando finalmente el polígono correspondiente a ese terreno.

¿Hemos valorado de la misma forma el terreno?
¿Por qué no puntuamos igual este o aquel parámetro?

Este polígono se superpone a los polígonos de preferencias y ya tenemos un terrenómetro completo:

La figura roja representa las cualidades del terreno en estudio

En esta etapa ya se ve muy claramente en qué aspectos no va a cumplir el terreno las expectativas del grupo, y en cuáles sí.

Esta es la principal aportación de la herramienta: permite construir de forma más clara una posición de grupo más allá de las preferencias personales.


Comentarios y conclusiones

El orden anteriormente descrito no es necesaria y estrictamente lineal. Por ejemplo, puede consistir en bucles sucesivos conforme van apareciendo nuevos terrenos. También se puede volver a hacer una reflexión individual superponiendo el polígono del terreno con el polígono personal de preferencias, y después volver a realizar una puesta en común.

Ejemplo de comparación entre la preferencia personal y el terreno en evaluación

El proceso puede durar varios meses y necesitar varias sesiones de trabajo, pero es mejor no apresurarlo: es un paso clave y requiere mucha claridad en el grupo.

Esta herramienta no lo resuelve todo: es un “simple” resumen gráfico, una forma de plasmar el debate en un formato más tangible que una conversación y más sintético que un texto.

Son esas anotaciones al margen, esos cambios de opinión individual, esos polígonos superpuestos y emborronados sobre la marcha, los que muestran todo su potencial como herramienta de facilitación para el trabajo de una cooperativa de cohousing.


Por último, si has llegado hasta aquí y te interesa poner a prueba esta herramienta, dejamos una nota que para nosotros es importante:

Alicante ConVivencia como grupo y yo como profesional coincidimos en la importancia y la intención de compartir las experiencias, conocimientos y herramientas que vayamos encontrando o generando, y esta es la primera de ellas.

Os invitamos a copiar esta herramienta y adaptarla a vuestro caso. La única petición: que luego nos contéis cómo la habéis usado, qué cosas habéis cambiado o identificado como mejorables y qué tal ha funcionado. Y que sigáis compartiendo.

Desde que lo diseñamos y pusimos en uso internamente en 2019, el terrenómetro se ha utilizado ya en al menos tres proyectos de covivienda. Inmediatamente han surgido mejoras y cambios, en algunos casos como ajustes básicos sobre la misma idea y en otros como auténticas re-creaciones del concepto en versión digital, usando formularios conectados a hojas de cálculo y generando gráficos de forma automatizada.

¡Veamos hasta dónde podemos mejorarlo y hasta dónde nos puede llevar!


Una respuesta a “Un “terrenómetro” para decidir dónde queremos vivir”

  1. Muy interesante la herramienta. Gracias Jorge por compartir.
    Efectivamente, depués viene el tema económico y sobre todo el urbanístico, en el que entra el parámetro del tiempo: cuanto más económico es el terreno, ma´s compleja suele ser la tramitación.

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